Vampirismo

sábado, 7 de junio de 2008

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Vlad Draculea

Vlad TepesVlad III de Valaquia fue un Príncipe de Valaquia (hoy parte de Rumania), considerado el originario Conde Drácula e inspirador de la obra literaria del mismo nombre.

Nació (según se cree) en la hoy ciudad rumana de Sighisoara (Transilvania), entre noviembre y diciembre de 1431 y murió asesinado en diciembre de 1476 en las cercanías de Bucarest. También es conocido como Vlad Tepes (pronunciación: tse'pesh) o Vlad el Empalador.

Gobernante de carácter brutal y sanguinario, fue el más temido de todos los gobernantes de Europa Oriental en el Siglo XV. Fue uno de los tres hijos de Vlad Dracul (que significa Dragón o Demonio, de donde viene el término Drácula o Draculea: hijo de Dracul), quien fue incluido en la Orden del Dragón de manos de Segismundo de Luxemburgo, también rey de Alemania, Bohemia y Hungría, en 1428. Dado que en la mitología rumana no existían los dragones, por analogía fonética de "Drac" (dragón en Húngaro) pasó a ser conocido como "Dracul", que en Rumano significa diablo o demonio.

De Vlad III el Empalador, príncipe de Valaquia, se cuentan numerosas historias y leyendas. Fue rehén de los invasores otomanos hasta los diecisiete años de edad, cuando logró tomar el trono de Valaquia, del cual fue depuesto poco tiempo después. Sin embargo, en 1456, tras la Batalla de Belgrado, Vlad ascendió de nuevo al trono, tras matar a su contrincante Vladislav II, y ya no lo abandonó hasta 1462. Después vivió en el exilio hasta 1474, momento en que se lanzó de nuevo a la batalla para recuperar el cargo, lo que conseguiría en 1476. Sin embargo, en diciembre de este año caería luchando contra los turcos, rodeado de su leal Guardia Moldava.


Vlad se hizo famoso por tres cosas: su increíble arrojo y valentía (murió luchando con un ejército de tan solo 200 hombres contra un ejército de 120.000 turcos, algo que había hecho antes varias veces con éxito), su implacable sentido de la justicia y su extraordinaria crueldad, capaz de llamar la atención incluso en aquellos tiempos sangrientos. Como su apodo indica, su argumento contundente favorito era el empalamiento, una técnica de tortura y ejecución que consiste en introducir un palo sin punta, (ya esto aseguraba un mayor sufrimiento en la víctima), por el ano o la vagina hasta la boca o el hombro, fijarlo a la carne con un clavo y después levantarlo para que la víctima muera allí lentamente, entre dolores atroces. Al menos cien mil personas, murieron de esta manera a manos de los hombres del Empalador durante los siete años que duraron sus sucesivos reinados: enemigos, traidores, delincuentes de todo tipo y las familias de todos ellos, incluyendo a los bebés y a elementos de su propia milicia que "merecían" ser castigados.

Un delegado papal en la corte húngara lo describió así: "No era muy alto, pero sí corpulento y musculoso. Su apariencia era fría e inspiraba cierto espanto. Tenía la nariz aguileña, fosas nasales dilatadas, un rostro rojizo y delgado y unas pestañas muy largas que daban sombra a unos grandes ojos grises y bien abiertos; las cejas negras y tupidas le daban aspecto amenazador. Llevaba bigote, y sus pómulos sobresalientes hacían que su rostro pareciera aún más enérgico. Una cerviz de toro le ceñía la cabeza, de la que colgaba sobre unas anchas espaldas una ensortijada melena negra." (Nikolaus Modrussa).

Vlad hizo y deshizo alianzas tanto con turcos como con húngaros siempre por los intereses de su patria, Valaquia. Durante todo su reinado se caracterizó como un auténtico patriota y siempre defendió los intereses de su pueblo ya que tanto húngaros como turcos miraban a sus territorios como región a conquistar. Casi siempre contó con un ejército reducido y muchas veces utilizó las tácticas de la guerrilla (utilizaba la táctica de tierra quemada, infectaba los pozos de agua, mandaba enfermos de tuberculosis a los campamentos turcos) para luchar contra sus enemigos.

Sus hechos fueron inmortalizados por el juglar alemán Michel Beheim, en su obra poética Von ainem wutrich der hies Trakle waida von der Walachei en 1463.
Símbolo de la Orden del DragónSu traumática infancia, fue muy determinante a la hora de formar su futuro como príncipe. A los 13 años, en 1444, fue entregado a los turcos como rehén junto con su hermano Radu, por su padre como muestra de sumisión al Sultán y como garantía. Fue criado por el mismo Murat II (padre de Mehmet II, el cual lo tuvo como a un hermano) en ciudades como Adrianópolis, Egniojsor, Ened y Ninfamén, siendo el propósito evitar una nueva traición por parte del padre de Vlad. Lo más seguro es que allí aprendiera de los turcos las torturas y la forma humillante de ejecución del empalamiento, que quedaría grabado en su mente para siempre.

Cuando volvió del exilio su padre Vlad Dracul había muerto apaleado, y a su hermano Mircea le quemaron los ojos con un hierro al rojo vivo antes de enterrarlo aún con vida en su presencia, ambos hechos fueron ordenados por los Boyardos (una aristocracia local), a los cuales Vlad tuvo desde entonces odio eterno. Los turcos lo apoyaron hasta convertirlo en rey de Valaquia (antes incluso llegó a ser príncipe de Transilvania, pero sólo durante unos meses). Esto ocurrió en 1448, pero los húngaros lo expulsaron por ordenes de Juan Hunyadi, comandante en jefe de los nobles de Hungría, antiguo aliado de su padre.

Durante ocho años Vlad estuvo viajando por los lugares limítrofes de Valaquia buscando apoyo. Se sabe que en este tiempo contactó y trabó amistad con Esteban de Moldavia, quien le ayudaría en el futuro contra los turcos cuando éste se convirtió en voivoda de su país. Además aprendió varias tácticas político-militares.


Cuando conoció que los turcos habían sido rechazados por los húngaros se lanzó al ataque del poder que ostentaba Vladislav II, protegido de los turcos. Junto con un contingente de Transilvania derrotó al voivoda e hizo que lo ejecutaran en la plaza pública de Tirgoviste, justo donde había muerto su hermano. Una vez convertido en príncipe, en 1456, los reinos cristianos lo reconocieron como tal.

Él fue despiadado y en las ciudades donde no lo aceptaban se realizaban ejecuciones por empalamiento de hombres, mujeres y niños, como en los casos de Kronstadt (Brasov) y Hermannstadt (Sibiu), ambas ciudades habitadas por colonos alemanes que no querían comerciar con él o que no querían pagarle tributo.

Con ello iniciaría su carrera de brutales masacres, entre las que se le atribuyen el exterminio de cien mil personas entre 1456 y 1462, hechos detallados en documentos y grabados de la época, que pusieron de manifiesto su gusto por la sangre y empalamiento, por lo que se le comenzó a llamar Tepes que significa en rumano: empalador.


Una de sus acciones de empalamiento masivo fue en su venganza contra los boyardos, asesinos de su padre y de su hermano mayor. Vlad llevó a cabo esta venganza en Pascua de 1459, invitando a los boyardos a una gran cena de Pascua pidiéndoles a estos que se pusieran sus mejores galas. Cuando terminaron de cenar, Vlad mandó empalar a los más viejos, mientras que a los jóvenes les obligó a ir hasta Târgoviste, hasta un castillo en ruinas que había en un monte cercano al río Arges. Los boyardos fueron a pie, y muchos perecieron en el camino, pero los que llegaron aún con vida, fueron obligados a construir el castillo de Dracula, y así, sus preciosas ropas de gala, quedaron convertidas en harapos, mientras, obligados a construir el castillo, iban muriendo de cansancio y agotamiento ante el deleite del Empalador, que pudo realizar su venganza y al mismo tiempo construir su castillo. Otra prueba de la gran astucia de Vlad.

A Vlad le gustaba organizar empalamientos multitudinarios con divertidas formas geométricas. La más común era una serie de anillos concéntricos de empalados alrededor de las ciudades a las que iba a atacar, pour encourager l'esprit. La altitud de la estaca indicaba el rango que la víctima había tenido en vida. Con frecuencia, Vlad los dejaba pudriéndose durante meses. Un ejército turco que pretendía invadir Rumania se volvió atrás, aterrado, cuando encontró a varios miles de empalados descomponiéndose en lo alto de sus estacas, a ambas orillas del Danubio.

Otra de sus actuaciones en su reinado fue cuando la población se quejaba de los continuos robos que sufrían por parte de ladrones y asaltadores en sus territorios, además de los pobres, que según Vlad no aportaban nada al país. Para erradicar esto propuso un gran festín en una gran casa de las afueras de las ciudades para pobres, ladrones, tullidos, leprosos, enfermos, pordioseros, en donde las grandes viandas y el vino estaban por doquier. Cuando ya todos estaban bien servidos de comida y borrachos de vino, Vlad y su guardia se plantaron en la casa y preguntó a todos los allí reunidos si querían una vida sin privaciones ni preocupaciones y que todos los días se dieran festines como aquel, a lo que los mendigos y demás personas respondieron que sí y que había sido el mejor día de sus vidas. Vlad les sonrió y mandó a sus soldados que cerraran todas las puertas de la casa y prendieran fuego sobre ella. Nadie quedó con vida. Eliminó la pobreza acabando con los pobres. Estas atrocidades se fueron repitiendo con todos los mendigos en cada comarca de su principado. Llegaron a morir 3.600.

El siguiente grupo para él improductivo con el que quiso acabar, fue el de los gitanos. Vlad reunió a los trescientos de una comarca, mandó que asaran a los tres líderes para que los demás los comieran o a cambio se alistaran al frente turco, sino todos serían asados. Los gitanos optaron por lo segundo.
Vlad Tepes desayunando ante unos empaladosLuchó y descargó toda su brutalidad tanto contra cristianos como contra musulmanes. Dependiendo lo que le convenía en cada momento, luchaba contra aquel que le hiciera pagar tributos. Fue traidor sádico de ambos bandos, inspiración de muchas leyendas.

Tanto musulmanes como cristianos lo tenían por maldito, quedándose él en una posición media, obligando a musulmanes de su país a luchar contra los musulmanes turcos, y a los católicos a matar ortodoxos.

El Día de San Bartolomé de 1459, Vlad hizo empalar a la mayoría de los habitantes sajones de Brasov, una ciudad transilvana que se había rebelado contra él ya que habían apoyado al pretendiente Dan II, junto con desleales húngaros y rumanos, y a continuación organizó un festín en el centro de este nuevo Bosque de Empalados aún aullantes, frente a la tarima donde un verdugo descuartizaba lentamente a los cabecillas de la sublevación y sus familias. La peculiar celebración duró hasta muy entrada la noche, cuando, para iluminarse, Vlad y su ejército prendieron fuego a la ciudad ante los ojos de sus 30.000 agonizantes ciudadanos. Incluso a los que no mandó empalar los amontonó e hizo que sus soldados los mataran a sangre fría con espadas, picas y cuchillos. Poco después atacó a la ciudad de Tara Birsei, en donde también hubo empalamientos varios.

Al año siguiente arrasó las ciudades de Amlas y Fagaras por rebelión resultando la gran mayoría de sus habitantes empalados, quemados o muertos en combate. Estas ciudades tardaron varias generaciones en recuperar su población, quedando desiertas algunas poblaciones durante un siglo. Vlad al firmar la paz con Transilvania pidió que este principado no debería acoger a ningún enemigo y tenía que pagarle 15.000 florines.

Vlad se vio atacado en 1460 por el anterior voivoda Dan II que quería expulsarlo y recuperar el poder. Para ello se sirvió de un ejército transilvano de poco más de un millar, pero fue derrotado y capturado (sobre su muerte ver el apartado "atrocidades alegadas"). A la muerte de Dan hubo un nuevo pretendiente al principado que fue Vlad Caragarul, hermanastro de Vlad Tepes.

En 1461 derrotó al comandante turco Hanza en una emboscada en la frontera con los turcos (en las orillas del Danubio). Al capturar al turco le cortó los pies y las manos y lo dejó en la frontera para que sus compatriotas lo recogieran.

En 1460, 10.000 hombres fueron empalados en Sibiu. En 1461 Mehmed II, el conquistador de Constantinopla, un hombre al que no se le conocía precisamente por su repugnancia ante la efusión de sangre, se volvió a la susodicha ciudad enfermo de violentos vómitos ante la visión del Bosque de los Empalados. Este peculiar "Bosque" era un valle donde se habían talado todos los árboles para obtener estacas. Estacas suficientes para empalar a más de 23.000 prisioneros turcos, húngaros, rumanos, búlgaros y colonos alemanes y sus familias empalados allí mismo, repartidos por todo el valle, en lo alto de los palos. Éste hecho lo dejó escrito el propio Vlad ya que mandó una carta el día 11 de enero de 1462 al rey de Hungría, Matías I Corvinus, en la que escribió que había empalado a más de 20.000 personas y lo sabía bien ya que fueron cortando la cabeza a cada uno para facilitar el recuento. Además de la carta también envió al rey húngaro dos grandes sacos con orejas, narices y cabezas de sus víctimas.


Pero después de 1462 los turcos se desquitaron, pues ocuparon Valaquia conquistando su capital Tirgoviste, y Vlad huyó a Hungría para pedir protección (antes de su huida su mujer se había suicidado tirándose al río, ahora río de la Princesa, por la torre del castillo de Poenari, la fortaleza que el mismo Vlad mandó construir ubicada en la frontera entre Valaquia y Transilvania, y su hijo murió durante la escapada), pero el rey de ese país lo mandó encarcelar durante doce años en el castillo de Visegrád, en la torre de Salomón. Esto ocurre tras una serie de intrigas (falsificación de documentos incluida) muy de la época y del lugar, con lo que Mehmet logra que el Rey ordenara el arresto de Vlad que fue encerrado durante doce años, primero en Visegrado (cerca de Sarajevo, a orillas del Drina) y posteriormente en las inmediaciones de Budapest, donde recibía un trato especial, es decir, era tratado con mayores consideraciones. El rey de Hungría le tenía como si fuera un visitante del castillo y ni siquiera llegó a estar entre rejas. Incluso Matías le ofreció una dama magyar, llamada Ilona Hunyadi, con la que Vlad se casó en 1467. Mientras tanto, entre 1462 y 1475, Radu, hermano menor de Vlad, hombre débil y carente de personalidad, se sentó en el trono de Valaquia casi como un títere de los turcos.

En su estancia penitenciaria hizo de encuadernador de libros y fue exhibido como atracción a las personas que se acercaban al castillo. Mantuvo su sangriento sadismo matando aves y roedores.
Más tarde, Vlad recuperó su libertad en 1473 y su trono el 11 de diciembre de 1476, gracias al apoyo real húngaro obtenido. Su última acción fue en diciembre (se dice que fue el día 31) de 1476, cuando Vlad se lanzó a atacar a los turcos. Estos habían preparado otro gran ejército para conquistar Valaquia y poner en el poder a su voivoda, Basarab Laiota. Los turcos estaban apoyados por los nobles boyardos, quienes les dejaron vía libre para penetrar en Valaquia. Y fue Basarab quien se lanzó contra Vlad Draculea en una emboscada en la que murió éste y la mayoría de su guardia personal de moldavos, de los que sólo quedaron diez soldados. Su cabeza fue entregada a los turcos quienes la exhibieron como trofeo colgada de una estaca en el centro de Estambul.

Aunque no se ha podido confirmar, su supuesta tumba podría estar en un pequeño convento del lago Snagov, cerca de Bucarest, en donde hay inscripciones y diferentes retratos sobre él.

Llegó a tener otro hijo, llamado también Vlad, con la príncesa húngara anteriormente referida (que se suicidó al no soportar la vida en el castillo de Visegrád). El hijo no llegó a gobernar y murió en 1500.
Aunque el empalamiento era, evidentemente, la diversión favorita de Vlad, también gozaba con la aplicación de otros métodos a quienes de un modo u otro le habían hecho enfurecer, normalmente en la intimidad de sus castillos. Entre los métodos de tortura favoritos del Príncipe de Valaquia se contaban también la amputación de miembros, narices y orejas; la extracción de ojos con ganchos; el estrangulamiento, la hoguera, la castración, el desollamiento, la exposición a los elementos o a fieras salvajes, el vaciado de ojos, la parrilla y la lenta destrucción de pechos y genitales, especialmente de las mujeres.



Un vampiro es, en la cultura popular de varios países, una criatura que se alimenta de sangre de seres vivos para mantenerse activo. Probablemente la base de la mayoría de las ideas acerca de vampiros que forman parte de la cultura popular actual ,sea el libro de Drácula de Bram Stoker, y las películas de cine basadas en él, como Nosferatu y Drácula de Bram Stoker. Algunos estudiosos del vampirismo han sugerido que estas leyendas se hallan relacionadas total o parcialmente con casos de patologías reales como la rabia. Los vampiros a la luz de la medicina; o la porfiria. Junto con el hombre lobo, el vampiro es quizás el más famoso ser sobrenatural de la cultura popular humana.
La palabra "vampiro" viene de las lenguas eslavas (del alemán vampir, que se deriva del polaco temprano vaper y éste a su vez del eslavo arcaico oper; con raíces indoeuropeas paralelas en el turco y en el persa-iraní). Significa a la vez "ser volador", "beber o chupar" y "lobo", además de hacer referencia a cierto tipo de murciélago. Durante la expansión del Romanticismo en Europa, la principal reacción al periodo previo de Ilustración enciclopédica y racionalista, el vampiro se convirtió en una temática común y pasó de la leyenda oral a los castillos y los salones elegantes.
Otros nombres son vurdalak (ruso moderno), vrolok (eslovaco), strigoï o strigoiul (rumano moderno), bukolako o vukolak (serbio), upiro (polaco), nosferatu (del griego nosophoro , portador de enfermedad)...
Historia
Si bien existen sugerentes leyendas en todas las civilizaciones de la antigüedad, desde Egipto a Sumeria, la primera referencia histórica del vampiro se encuentra en la obra de Lucio Apuleyo, un escritor y filósofo romano, que vivió entre los años 125 y 180. Su novela De Asino Aureo cuenta la historia de dos hermanas malignas, Meroe y Panthia, que bebieron la sangre de un tal Sócrates (ninguna relación con el gran filósofo griego). Las hermanas cerraron las heridas de Sócrates con una esponjilla para que éste no se diera cuenta de la pérdida de sangre, pero cuando al día siguiente se inclinó para beber agua de un río, la esponjilla se cayó al agua, y tras ella la última gota de vida.
El vampiro como muerto viviente bebedor de sangre ya era conocido en las leyendas de algunos países, siendo posible encontrar relatos en Inglaterra y Dinamarca durante el siglo XII que nos hablan de seres parecidos. Con el tiempo, y especialmente gracias a las novedades que aportaba el llamado Siglo de las Luces donde se vive el triunfo de la razón y el desprestigio de las supersticiones, fueron poco a poco desapareciendo. Pero años más tarde surgió una de las personas que más hizo para avivar estas creencias en el vampirismo, aunque la idea inicial era refutar su existencia, el padre benedictino Don Agustín Calmet (1672-1757), que vulgarizó en el siglo XVIII las leyendas y fábulas de centroeuropa sobre los vampiros exponiendo en su obra "Tratado sobre los vampiros" (1746) las historias de estos seres en tierras de Austria, Hungría, Polonia, Serbia, Moravia, Silesia y Prusia, aunque también anotó casos de lugares tan distantes como Perú, Laponia o Inglaterra.
Los vampiros en la Antigüedad
En Mesopotamia se invocaban a los dioses protectores para que acabaran con los Utuhu y a los Maskin, seres muy similares a los vampiros que eran los culpables de las enfermedades y las pestes, por parte del pueblo. Estos seres junto con las huestes de Alal y Telal, pueden considerarse como antecesores de los vampiros.
En el Antiguo Egipto nos encontramos con deidades vampíricas como Srun, caracterizada por tener aspecto de lobo y largos colmillos. Solían alimentarse de los cuerpos de sus víctimas humanas. Los fenicios tenían la creencia de que la mortandad de niños era debida a los ataques de Lilitu, espectro errante que se alimentaba de la sangre de los infantes. Se hicieron exorcismos para devolver a los chupa sangre (también llamados chtonios, "amigos de la sangre") a sus tumbas.
Kali Ma, en la India era una diosa que poseía cuatro brazos y una larga cabellera se le atribuían sacrificios humanos en los que la sangre era el elemento principal. Otros seres eran los butchas.
En la Antigua China se consideraba que se convertían en vampiros a aquellos que habían cometido crímenes en vida. Cuando estos morían se les exhumaba y se les cortaba todos sus miembros a trozos.
Ya en Europa, más concretamente en la antigua Grecia, existía en su mitología la leyenda de la Lamia, que era hija del rey oriental Belus cuyos hijos fueron asesinados por la diosa Hera, al conocerse que Lamia tuvo un romance con Zeus. Para vengarse esta última comenzó a perseguir a todos los niños que se encontraba para extraerles la sangre para alimentarse. Esta leyenda se convirtió en superstición que se transmitía en las zonas rurales de Grecia y que contaba que Lamia atacaba a todos los viajeros extraviados, seducidos por la belleza de la "chupa sangre". Este caso es el más parecido a la concepción histórica de vampiro. También en la mitología griega se encuentra el caso de Empusa, hija de la diosa Hécate, un ser con pies de bronce y monstruoso que podía transformarse en una bella mujer y conquistaba a los hombres para aprovecharse de su sangre. Además en la Hélade existían en sus leyendas las striges, deidades con rostro de mujer y cuerpo de pájaro que absorbían la sangre de los humanos mientras estos dormían. También existía un ser llamado Vrycolaka, que atacaba a su familia después de muerto.
Los romanos tenían a los larvae, no-muertos que no habían expiado sus crímenes en vida, y se vengaban de su estado esquelético y fantasmal absorbiendo la vida de los vivos.
El vampiro en la Edad Media
En la Edad Media, en los países de religión musulmana se tenía constancia de unos vampiros llamados gul, en el caso de ser varón y gola, siendo mujer y se convertían en tales por haber tenido una muerte violenta . Estos seres tienen su aparición en uno de los relatos de Las mil y una noches llamado Honor de un Vampiro.
En la primera expedición de los vikingos hacia Islandia en diferentes grupos, ocurrió que en la primera noche allí uno de los grupos (que se componían de una treintena cada uno) fue masacrado por una especie de vampiros que les absorbieron la sangre.
La palabra upir (también como en polaco significa vampiro) llegó a utilizarse por primera vez en Rusia en el año 1047 para referirse a un príncipe ruso.
En 1190 Walter Map escribe De Nagis Curialium, en donde escribe hechos ocurridos por ataques vampíricos en Inglaterra. También recoge casos ingleses William de Newburgh en sus Chronicles, en 1196.
Una tradición sitúa a un conde que se convirtió en vampiro a causa del maleficio de unas brujas trescientos años antes de que naciera el mito moderno. Este conde se llamaba Guifred Estruch y vivió en la época del rey Alfonso II de Aragón (el Casto), y habría estado muy bien considerado en la Corte de Barcelona desde los tiempos de Ramón Berenguer IV como triunfador contra el rey moro de Valencia, y colaborador decisivo en la toma de Tortosa en 1148, y las de Lérida y Fraga en 1149.
Otra tradición oral catalana recoge la existencia del vampiro en la comarca del Ampurdán. Habría sido el conde Strucc, un noble de origen germano de la corte de Pedro II rey de la Corona de Aragón, que se había destacado en la batalla de Las Navas de Tolosa. Ya anciano, fue enviado al Pirineo para perseguir brujas y paganos, en su castillo del Alto Ampurdán y allí, por la acción de oscuras fuerzas maléficas, se convertiría en un chupador de sangre.
Lamentablemente, la mayor parte de la documentación histórica relativa a este caballero se perdió durante la Guerra Civil Española: el pueblo de Llers, donde se encontraba, fue destruido por la aviación franquista. La leyenda goza de dos versiones.
Esta leyenda parece derivarse de unos hechos anteriores, acaecidos en el año 1173, época del rey Alfonso II. Éste se enfrentaba a problemas de normalización religiosa en su territorio: temía que los seguidores del paganismo, aún comunes entre las gentes que vivían en el Pirineo, pudiesen cooperar con los musulmanes del sur para derrotar a los señores cristianos. En colaboración con el Obispo de Barcelona, Guillem Torroja, pidieron al Conde Guifred Estruch que lanzase una campaña de persecución de pobladores no cristianos en la comarca del Ampurdán, para lo que le cedió el castillo de Llers. Este Guifred Estruch estaba muy bien considerado en la Corte de Barcelona desde los tiempos de Ramón Berenguer IV, pues había triunfado contra el rey moro de Valencia, y colaborado decisivamente en la toma de Tortosa en 1148, y las de Lérida y Fraga en 1149. La traición del capitán de su ejército Benach, quien le envenenó por despecho de Nuria, hija de Estruch, fue a su vez continuado por el asesinato de varias personas acusadas de brujería. En el proceso, el conde asesinado se habría convertido en un no-muerto.
La documentación histórica sobre las andanzas del Conde Estruch brilla por su ausencia, y ni siquiera es posible saber si fue el héroe de las Navas de Tolosa o el vencedor de Tortosa, y hay cincuenta años de diferencia entre los dos sucesos. La aniquilación de Llers hizo que sólo quedara la tradición oral, que habla de vampiros y figuras demoníacas deambulando por la Sierra de Mas Carrera durante varios siglos. Incluso hasta la actualidad.
Durante la Edad Media, las pulgas, que son también chupadoras de sangre, se consideraban un ser vampírico por su implicación a la hora de extender la Gran Peste Negra de 1347. De aquí surgieron varias referencias literarias sobre "el Señor de las Pulgas" y, por extensión, "el Señor de los Insectos" y "el Señor de las Moscas". Los celtas enterraban a sus muertos boca abajo, para que entraran en el "otro mundo" mirando en la dirección correcta: hacia abajo. En Europa Oriental, era frecuente introducir un diente de ajo en la boca de los muertos antes de inhumarlos.
Otro vampiro en Cataluña, también en el Ampurdán, es el caso de Ugarés. Fue un hombre que vivió en un megalito y que fue poseído por espiritús malignos por extraños personajes venidos desde el Mar Caspio. Se dice que murió en el siglo X en una batalla, en la que sufrió un ataque de posesión que descargó contra sus enemigos. Luego en el siglo XV se construyó un castillo donde había sido enterrado, justo en el megalito en donde vivió. Durante las obras y luego ya construido hubo toda clase de desgracias, como enfermedades plagas y muertes extrañas. El que rigió el castillo también ha pasado a la historia con el nombre de Ugares y se dedicó ha realizar todo tipo de tropelías como asesinar niños y luego beberse la sangre de estos y comerse sus cuerpos (decían que le había poseído el espíritu del antiguo Ugarés). Todos los habitantes de la villa decían que nunca envejecía y que adivinaba el futuro. En 1427 hubo un terremoto en la zona y todos creyeron que Ugares había muerto, pero en 1483 aparecieron de nuevo las epidemias y las desapariciones de personas y durante siglos la leyenda de los Ugarés pervivió.
En el siglo XV existió una familia vampírica que vivía en East Lothiam, Escocia. Primero fueron una pareja que ingerían la sangra y comían a los viajeros que se hospedaban en su casa. Luego sus hijos heredaron estas actuaciones de vampiros.
Michel Beheim, un juglar germánico, compuso en 1463 una canción con el título Von ainem wutrich der hies Trakle waida von der Walachei ,donde relataba la historia de un noble rumano llamado Vlad Draculea. Beheim era súbdito del Rey húngaro Matías Corvino, en cuya corte se refugió Draculea cuando tuvo que huir de Valaquia. Valaquia, fundada en 1290 por Rodolfo el Negro -quien tampoco lleva el apodo debido a su color de piel, es una comarca de Transilvania (Rumania). Transilvania significa "las tierras más allá de los bosques". El otro nombre de esta región, Siebenbürgen, se deriva del alemán y significa los siete castillos, lo que da a entender bien su importancia estratégica y la complejidad del sistema defensivo que allí existía en aquellos tiempos. De hecho, los intrincados valles y montañas de la remota Transilvania constituyen la puerta meridional de Europa; todo invasor que, procedente de Asia, desee conquistar por el sur las fértiles llanuras del continente europeo tiene que pasar obligatoriamente por Valaquia y Transilvania. Y por esa razón, la guerra y la crueldad han sido allí moneda común desde hace miles de años.
Dracul (que significa el dragón, aunque la palabra rumana utilizada para referirse al Demonio es idéntica) era el apodo del voivoda (príncipe) transilvano Vlad III Dracul, caballero de la Orden del Dragón, un colectivo secreto fundado por el Sacro Emperador Romano en 1410. Vlad Dracul fue el padre de Vlad III Tepes (el Empalador) que vivió en constante estado de guerra durante 1431 y 1476. Vlad IV Tepes fue el modelo que recogería el escritor Bram Stoker para crear su famosísimo personaje, el Conde Drácula. Draculea significa hijo de Dracul, y este apodo pronto derivó a Drácula. Pese a lo que se dice en la novela de Stoker, los rumanos no establecen conexión entre Vlad III Tepes y el vampirismo; de hecho, debido a su capacidad para expulsar a los turcos de Valaquia (mediante métodos extremadamente crueles y brutales, pero quizás apropiados para el lugar y la época) se le considera un héroe nacional en Rumania, el salvador de Europa. Por los mismos métodos, también logró que desapareciera toda delincuencia de su reino ,algo muy difícil en tiempos tan convulsos de invasiones y revueltas-. Para más información sobre la figura histórica de Vlad III Tepes se recomienda leer L'Histoire du Prince Dracula, de Matei Cazacu, que incluye los trabajos de M. Beheim.
Creando a su alrededor un aura demoníaca, logró que unos y otros se lo pensaran dos o más veces antes de atacarle. Paralelamente, la leyenda de Draculea, hijo de Dracul, el Dragón, el Diablo, el Vampiro, pudo surgir. Como mínimo desde 1460, sus enemigos en el exterior y en el interior estaban convencidos de que Vlad disponía de poderes necrománticos, pues sólo así podía explicarse su conducta, y pensaban que su reducido ejército diurno quedaba reforzado durante la noche por las cien mil almas de sus víctimas convertidas en raptores de niños y doncellas, chupadores de sangre, fantasmales guerreros de la oscuridad en busca de implacable venganza contra los vivos. El concepto moderno de vampiro había nacido.
Patología
Adicionalmente, se debería destacar un origen etiológico del mito , las enfermedades mentales; este apartado se refiere específicamente a la patología psiquiátrica.
La historia ha dejado una serie de personajes a los que se le ha atribuido una atracción patológica por la sangre humana. Desde el caballero Gilles de Rais (1400-1440), antiguo compañero de armas de Juana de Arco, que buscando en la sangre el secreto de la piedra filosofal torturó y dio muerte a unos 300 niños, hasta la ya conocida condesa Elizabeth Báthory, que supuestamente bebía sangre de doncellas para mantenerse joven.
El primer vampiro moderno fue el húngaro Bela Kiss que inició sus actividades en 1912 a raíz de la infidelidad de su joven esposa; cuando se fue a la guerra dos años después y no volvió, se le supuso muerto, y al entrar en sus propiedades las autoridades descubrieron 2 barriles metálicos con los cuerpos de su mujer y su vecina, posteriormente encontraron otros 17 barriles más con otras tantas mujeres en su interior que habían sido estranguladas pero, además, presentaban unas heridas en el cuello no encontrando ni una gota de sangre en sus cuerpos. Bela Kiss nunca fue encontrado, y se le consideró un desaparecido de la guerra.
La fama de vampiro la tuvo mayormente el alemán Peter Kürten (1883-1931), más conocido como "El Vampiro de Düsseldorf", que inició sus actividades de muy joven, torturando y matando a animales, a los 5 años intentó ahogar a un compañero mientras jugaban en una embarcación y a los 9 años preparó un accidente en el que murieron dos muchachos. Pese a sus maneras apacibles y su aspecto imperturbable, pese a ser considerado por sus vecinos como una persona seria, honesta y amable, fue condenado por diversos delitos como robo, asalto o deserción de sus obligaciones militares. Su primer homicidio, una niña de 8 años, tuvo lugar en 1913, y al final de su vida fue acusado de 9 asesinatos y siete intentos de asesinato. Murió sin arrepentirse de sus actos y sin sufrir remordimientos por ellos; su pasión por la sangre le hizo decir antes de ser guillotinado: "Después de que me decapiten, podré oír por un momento el sonido de mi propia sangre al correr por mi cuello. Ese será el placer para terminar con todos los placeres". Esta historia fue llevada al cine como "M el vampiro de Düsseldorf" de Fritz Lang (1931), donde Peter Lorre hacía una magnífica interpretación del asesino.
Otros asesinos han sido definidos como vampiros por su atracción por la sangre. Se puede citar a Martin Dumollard quien mató a varias mujeres en Francia en 1861 y bebió su sangre; también en Francia en 1878 ,Joseph Vacher bebió la sangre de una docena de sus víctimas; en Italia Vincenzo Verzenia asesinó a dos mujeres para beber su sangre y Eusebius Pleydagnelle mató a seis mujeres por el mismo motivo; en Polonia Stanislav Modziellewski y Juan Koltrun, el llamado "Vampiro de Podlaski", obtuvieron fama porque bebieron la sangre de sus víctimas; el argentino Florencio Roque Fernández; en la década de los 70 fueron descubiertos el milanés Rantao Antonio Cirillo y Richard Trenton Chase, "El Vampiro de Sacramento", que según dijo necesitaba beber sangre para renovar la suya; la californiana Deborah Finch en 1992 que ingirió la sangre de su víctima tras un supuesto pacto suicida; el conocido John Crutchley que, entre otros asesinatos sangrientos, mantuvo prisionera a una de sus víctimas en 1985 para poder beber su sangre poco a poco; Marcello de Andrade que mató en 1991 a 14 jóvenes en Río de Janeiro para rejuvenecerse con su sangre; Magdalena Solís, una mujer mexicana que desarrolló una psicosis teológica al creerse una diosa y organizó un culto seudo religioso y orgiástico con sacrificios humanos que terminaban bebiéndose la sangre de sus víctimas; James Riva, que fascinado por los vampiros desde los 13 años, mató a su abuela en 1980 para beber su sangre como método defensivo, pues creía que era un vampiro que se alimentaba de él mientras dormía.
La lista continua con el famoso Fiedrich Haarman "El Vampiro de Hannover" y Wayne Boden. "El Vampiro Violador", Nicolas Claux, "El Vampiro de París".
Han existido también fraudes vampíricos en los asesinos en serie; el ejemplo más llamativo es el de John George Haigh, apodado como "El Vampiro de Londres", quien utilizó la imagen del vampiro para crear el terror en las personas y, pese a que no se encontraron evidencias de que bebiera la sangre de sus víctimas ni de que actuara bajo ningún tipo de compulsión por ella, alegó el vampirismo para que le declararan incapacitado mental cuando lo arrestaron en 1949.
Es de destacar que la psiquiatría se ha interesado por estos casos de conducta anormal donde hay una necesidad compulsiva de sentir o ingerir la sangre, existiendo o no el autoengaño creencial de ser un vampiro. Muchos han sido diagnosticados como psicóticos o esquizofrénicos, aunque otros han definido su enfermedad como lo que podría encuadrarse en el llamado "vampirismo clínico" y que se ha intentado renombrar como Síndrome de Rensfield, en referencia al personaje enfermo mental y siervo de Drácula que aparece en la obra de Stoker, un comedor compulsivo de moscas y arañas cuyo fin era el de absorberles su fuerza vital.
Pese a que este síndrome no está establecido ni aceptado completamente por el mundo médico, el psicólogo Richard Noll, en su libro "Bizarre Diseases of the Mind" (1990), dice que suele producirse con mayor frecuencia en los varones, e intenta establecer una serie de fases en su desarrollo:
1:Infancia: el primer estadío suele producirse durante la infancia, cuando el niño se ve involucrado en un incidente sangriento en el que descubre la excitación de la sangre;
2:Auto vampirismo: donde descubre el placer que le provoca la visión o el sabor de su propia sangre;
3:Zoofagia: donde pasan a probar la sangre de animales, siendo especialmente atraídos por los denominados animales de compañía; y
4:Vampirismo clínico: es el estado más avanzado del síndrome, en el que pasa a ingerir voluntariamente la sangre de otros seres humanos mordiendo a las víctimas por placer, lo que les proporciona una enorme satisfacción hasta llegar al éxtasis, ya que el sabor de la sangre actúa para ellos como si fuera una droga.
El vampiro como arquetipo
El vampiro, como arquetipo, representa la ilusión de la inmortalidad para el iniciado que se ha quedado estancado en una etapa previa a la iluminación. Es aquel que está atrapado en la esfera de la racionalidad y es por esta razón que el vampiro posee un sentido lógico muy desarrollado pero condenado a no poder amar ni odiar ya que no posee sentimiento alguno.
El vampiro denota a aquel ser que goza de los placeres de la carne. Es aquel que ha descubierto las verdades trascendentes de la historia pero que no se sensibiliza ante ellas, las toma como una consecuencia lógica de las acciones de los hombres, pero él, como inmortal, está ajeno a las acciones de los profanos ignorantes de su propia esencia, de su propia inmortalidad y divinidad.
La sangre, junto con el semen, desde las primeras culturas, siempre han sido los símbolos de la esencia divina de la vida. Es por esto que el vampiro, aun cuando es un ser inmortal, basa su inmortalidad en el robo simbólico de la esencia divina, en este caso de la sangre de los otros seres, una suerte de selección natural sobre aquellos que no son conscientes de su divina individualidad y que la entregan gratuitamente a otros para que los traten como parte de un rebaño, es decir, lo que entregan es su libertad.
El vampiro no posee la inmortalidad espiritual ya que se ha quedado estancado en la inmortalidad de la materia y la razón; sin embargo, la pregunta de si existe la inmortalidad espiritual o no, es materia de debate y en muchos casos una actitud escéptica es la respuesta.
El vampiro duerme en un ataúd, este es el símbolo de que el vampiro, al no poseer alma, requiere de un templo externo que le albergue, algo que le de seguridad y sentido de pertenencia. Es más, en muchos casos, cuando el vampiro viaja de un lugar a otro, este lleva tierra dentro del ataúd , esto se puede asociar desde una debilidad, inseguridad por parte del vampiro a despegarse de sus tradiciones y costumbres, hasta el hecho de estar ligado a un complejo de Edipo en el cual el vampiro no se atreve a dejar su madre tierra. De igual forma, el ataúd podría representar la matriz de una mujer muerta de la cual un hijo “muerto” nace a una vida incierta.
Bajo este paradigma, el mito del vampiro se podría asociar con el mito de Horus e Isis, Isis siendo la tierra que da origen a Horus, la espiritualidad, pero al ser también hijo de Osiris, sufre el traumático paso del nacimiento de la muerte a la vida. Al final, el vampiro es hijo de la muerte y de la vida. Sufre el ciclo de morir para volver a nacer y viceversa.
El vampiro está rodeado por tres vampiresas, estas representan el pasado, el presente y el futuro. Pero el vampiro, al no poder morir, ha dejado estancado el tiempo a su alrededor, es por esto que al visualizar su entorno podemos ver que todo es penumbra y oscuridad, polvo y vejez, elementos que denotan caos y estancamiento en el tiempo.
Las mujeres son todas jóvenes ya que en el pasado, el presente y el futuro se confunden en uno solo. El vampiro es la representación del caos inicial que no puede avanzar hacia el orden hasta que éste muera. No obstante, las mujeres representan también la dimensión física y psicológica en el cual el vampiro se encuentra inserto, y es por esto que ellas también necesitan alimentarse de aquella sustancia divina que hace que el vampiro exista.
Las mujeres también demuestran el gran apetito sexual hacia sus víctimas, esto se puede interpretar como el deseo de la material de seguir avanzando, que el futuro pueda seguir y seguir con el propósito de darle sentido y orden al pasado, al presente y al futuro a través del ritual de la reproducción exclusivamente. Las vampiresas reflejan esto y lo sienten a través de su naturaleza e instinto de mujer.
Lo curioso es que después de la muerte quieran reproducirse, este simbolismo nos dice que después de la muerte hay más vida, tal como Isis cuando hace un falo desde la nada, lo adhiere al cuerpo de Osiris y en una conjunción espiritual queda esperando a Horus. Las vampiresas demuestran que puede haber vida después de la muerte y esto queda reflejado con la muerte del vampiro también.
El vampiro busca a una mujer, el reflejo de su ánima, aquella mujer que ha amado por toda la eternidad. Al morderla, ellos se hacen uno ya que él la posee, en otras palabras, la razón posee a la espiritualidad, ya que ella es el símbolo de la inocencia femenina (de la espiritualidad), no obstante, ella también lo posee a él al estar impregnada de su esencia.
Tres son los mordiscos, tres son los pasos hacia la luz. El vampiro sólo le da dos mordiscos ya que ni siquiera él ha alcanzado el tercer paso y lo que espera lograr a través de ella es llegar a la tan ansiada espiritualidad reprimida del tercer nivel. Finalmente, el debe decidir entre seguir engañándose a sí mismo pensando que logrará la tan ansiada libertad a través de la esencia de Nina (su ánima) o, al final Nina también perderá su alma y será inmortal pero sin corazón. Está analogía es la de la sabiduría sin amor –sin emociones-, cuando solo la razón domina al conocimiento, pero no se hace uno con el corazón. Es por esto que al final el más insignificante de los personajes es el que triunfa. El hombre.
El hombre representa al profano iniciado, aquel ser que busca la sabiduría y que mediante el amor profundo que siente por ella, puede eliminar al vampiro, y dejar que la razón y la espiritualidad dominen juntas.
Al final, el vampiro es eliminado por el hombre, el cual debe hacerlo para llegar al siguiente grado. El vampiro acepta que su destino y salvación no está en el poseer la sabiduría, sino en el morir voluntariamente, dejando la sangre que lo hacía inmortal para también acceder al grado siguiente. El y el hombre son uno, el se ve reflejado en lo que una vez fue y el hombre ve la sabiduría que quiere llegar a poseer, pero a la vez tiene miedo de transformarse en un vampiro, esa es la incertidumbre frente al futuro.